En los días pasados la Iglesia Parroquial volvía a sentir la ausencia. La imagen de San Antonio de Padua era retirada del culto para ser sometida a un profundo proceso de conservación y restauración en el taller del artista palmerino D. Antonio J. Bernabé Ávila.
Los trabajos, que ya se han iniciado, se centrarán primero en subsanar los daños que presenta la hornacina del Santo, la cual se encuentra en un precario estado de conservación debido principalmente a las filtraciones de agua y humedad sufridas en los últimos tiempos por multiples fisuras en la ventana que se sitúa sobre el altar. De tal modo en la intervención se va a proceder a la sustitución de tableros y molduras, cuyo estado es irrecuperable, así como a la consolidación y reintegración general de dicha hornacina.
En cuanto a la talla de San Antonio la restauración será integral, teniendo que devolver el esplendor a una imagen escultórica cuyo estado es de precariedad máxima. El pasar del tiempo acentuado con los achaques producidos por el agua y la humedad han afectado a la integridad de la imagen, que se encuentra fracturada por la mitad a causa de una gran grieta que la recorre. La restauración pasará por diferentes fases, en la que los puntos principales serán: consolidar, reforzar internamente la estructura, sellar las grietas, tratar los ataques de xilófagos, eliminar las deformaciones producidas por la humedad y por último reintegrar y proteger la obra.
La imagen del Santo de Padua se debe a la autoría del reconocido pintor, ceramista y escultor D. Enrique Orce Mármol, ejecutada en el año 1946. Es una talla con un alma de madera y revestida de pasta y telas encoladas enriquecidas con el característico y minucioso estofado en oro. Sus dimensiones son 1,68 metros, apareciendo representado con el hábito de la Orden Franciscana a la que pertenecía. Destacan las formas blandas y la dulzura del Santo, que acerca su rostro al del Niño Jersús, a quien sostiene en brazos. La imagen fue costeada por el matrimonio Rubio Domínguez y se situa en un Retablo de madera en la Nave de la Epístola de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, realizado por D. Francisco Ruiz Rodríguez, con columnas jónicas que sustentan el gran frontón de la techumbre.
No será la primera vez que el joven artista palmerino D. Antonio J. Bernabé se tenga que enfrentar a una obra de Orce en un proceso arduo de restauración, ya que en el año 2010 devolvía a la Parroquia la veneradísima talla del Sagrado Corazón de Jesús, así como en 2012 hacía lo propio con la del Corazón de María. Este especialista en conservación y restauración cuenta en su curriculum con otras intervenciones como las llevadas a cabo sobre la Excelsa Patrona de La Palma, la Santísima Virgen del Valle Coronada (año 2010), o la delicada restauración de la Santísima Virgen del Socorro (año 2011) de la Hermandad palmerina de Padre Jesús Nazareno. En todas ellas el resultado ha sido extraordinario, habiendo subsanado tantas heridas y daños y devolviéndoles el esplendor que un día el tiempo fue tratando de restarles.
Pasarán varios meses hasta que llegue la hora del reencuentro con la dulce imagen de San Antonio, hasta entonces las ausencias se harán notar en aquel rincón parroquial, hacia donde tantas plegrias llegan, hacia donde tantas promesas se alzan.
En cuanto a la talla de San Antonio la restauración será integral, teniendo que devolver el esplendor a una imagen escultórica cuyo estado es de precariedad máxima. El pasar del tiempo acentuado con los achaques producidos por el agua y la humedad han afectado a la integridad de la imagen, que se encuentra fracturada por la mitad a causa de una gran grieta que la recorre. La restauración pasará por diferentes fases, en la que los puntos principales serán: consolidar, reforzar internamente la estructura, sellar las grietas, tratar los ataques de xilófagos, eliminar las deformaciones producidas por la humedad y por último reintegrar y proteger la obra.
La imagen del Santo de Padua se debe a la autoría del reconocido pintor, ceramista y escultor D. Enrique Orce Mármol, ejecutada en el año 1946. Es una talla con un alma de madera y revestida de pasta y telas encoladas enriquecidas con el característico y minucioso estofado en oro. Sus dimensiones son 1,68 metros, apareciendo representado con el hábito de la Orden Franciscana a la que pertenecía. Destacan las formas blandas y la dulzura del Santo, que acerca su rostro al del Niño Jersús, a quien sostiene en brazos. La imagen fue costeada por el matrimonio Rubio Domínguez y se situa en un Retablo de madera en la Nave de la Epístola de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, realizado por D. Francisco Ruiz Rodríguez, con columnas jónicas que sustentan el gran frontón de la techumbre.
No será la primera vez que el joven artista palmerino D. Antonio J. Bernabé se tenga que enfrentar a una obra de Orce en un proceso arduo de restauración, ya que en el año 2010 devolvía a la Parroquia la veneradísima talla del Sagrado Corazón de Jesús, así como en 2012 hacía lo propio con la del Corazón de María. Este especialista en conservación y restauración cuenta en su curriculum con otras intervenciones como las llevadas a cabo sobre la Excelsa Patrona de La Palma, la Santísima Virgen del Valle Coronada (año 2010), o la delicada restauración de la Santísima Virgen del Socorro (año 2011) de la Hermandad palmerina de Padre Jesús Nazareno. En todas ellas el resultado ha sido extraordinario, habiendo subsanado tantas heridas y daños y devolviéndoles el esplendor que un día el tiempo fue tratando de restarles.
Pasarán varios meses hasta que llegue la hora del reencuentro con la dulce imagen de San Antonio, hasta entonces las ausencias se harán notar en aquel rincón parroquial, hacia donde tantas plegrias llegan, hacia donde tantas promesas se alzan.
Foto: Antonio Bernabé