AMEMOS AL SAGRADO CORAZÓN...
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido. Esto significa que debemos vivir demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido. Esto significa que debemos vivir demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
La devoción al Corazón de Jesús es de origen medieval, inicialmente se representaba un Corazón Divino con algunos símbolos de la pasión como la corona de espinas o la cruz, mostrándose en reiteradas ocasiones como un corazón envejecido por el sufrimiento. Una muestra de esta iconografía primera es el óleo sobre lienzo "Ángeles adorando al Sagrado Corazón" de D. Vicente López Portaña, que se adjunta junto a esta líneas. Sin embargo, con el tiempo la devoción se fue extendiendo y la iconografía se modificó para un mejor entendimiento de los fieles, pasando a finales del siglo XVIII a venerarse como lo vemos hoy en día, Cristo Resucitado con un corazón inflamado de amor, y el cual ya no está envejecido sino que de él sale una llama de su infinito amor.
De este modo, la fuente más importante de la devoción, en la forma en que la conocemos actualmente, es de Santa Margarita María Alacoque de la Orden de la Visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció. En dichas apariciones, Jesús le dijo que quienes oraran con devoción al Sagrado Corazón, recibirían muchas gracias divinas.
Tal fue la expansión de la devoción, que la beata María del Divino Corazón hizo una petición por cartas, en el nombre del propio Cristo, para que el papa León XIII consagrara el mundo entero al Sagrado Corazón de Jesús. El Pontífice designó comisiones de grupos de teólogos para examinar su petición sobre la base de la revelación mística y la tradición sagrada, resultando esta investigación positiva. Siguiendo la revisión teológica, León XIII, en su encíclica Annum Sacrum (25 de mayo de 1899) dijo que la humanidad en su totalidad debía ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, declarando su consagración el 11 de junio del mismo año.
A través de los jesuitas, el culto y devoción al Sagrado Corazón llega a España (y a la América española). Con la llegada de Felipe V de España, ésta se ve reafirmada por la carta que escribe a Benedicto XIII en 1727, pidiendo Misa y Oficio propio del Sagrado Corazón de Jesús, para todos sus Reinos y Dominios.
Tal arraigo tuvo la devoción al Sagrado Corazón en España y su monarquía que decidieron realizar una consagración pública de España al Sagrado Corazón, hecha primero por Carlos María de los Dolores de Borbón y Austria-Este y después por el rey Alfonso XIII que lo haría de forma oficial en Getafe, en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la Península Ibérica.
Tal fue la expansión de la devoción, que la beata María del Divino Corazón hizo una petición por cartas, en el nombre del propio Cristo, para que el papa León XIII consagrara el mundo entero al Sagrado Corazón de Jesús. El Pontífice designó comisiones de grupos de teólogos para examinar su petición sobre la base de la revelación mística y la tradición sagrada, resultando esta investigación positiva. Siguiendo la revisión teológica, León XIII, en su encíclica Annum Sacrum (25 de mayo de 1899) dijo que la humanidad en su totalidad debía ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, declarando su consagración el 11 de junio del mismo año.
A través de los jesuitas, el culto y devoción al Sagrado Corazón llega a España (y a la América española). Con la llegada de Felipe V de España, ésta se ve reafirmada por la carta que escribe a Benedicto XIII en 1727, pidiendo Misa y Oficio propio del Sagrado Corazón de Jesús, para todos sus Reinos y Dominios.
Tal arraigo tuvo la devoción al Sagrado Corazón en España y su monarquía que decidieron realizar una consagración pública de España al Sagrado Corazón, hecha primero por Carlos María de los Dolores de Borbón y Austria-Este y después por el rey Alfonso XIII que lo haría de forma oficial en Getafe, en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la Península Ibérica.
Bibliografía:
- Enciclopedia Católica.
- Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.
- Enciclopedia Católica.
- Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.
Juan Jesús Pavón Bueno
Foto: Lienzo de D. Vicente López