NOVIEMBRE 2011
Soledad de Soledades.
Noviembre, mes de reflexión, puente entre un bullicioso octubre, marcado por la Coronación Canónica de nuestra Excelsa Patrona, y diciembre, marcado a su vez por el traslado a su Ermita del Valle y la celebración del Nacimiento de su Hijo Redentor.
Mes de sufragios por las almas de los que ya no están, rosarios en el camposanto que recibe el nombre de una advocación palmerina, cuya historia se pierde en la nebulosa de los tiempos, guardiana del viejo cementerio de La Vega. Esa humilde capilla, fue el germen de la Cofradía del Domingo de Ramos, primigenia sede para luego pasar a la Parroquia.
Desde tu humilde hornacina de la Ermita de San Sebastián, miras al cielo, buscando respuestas del sufrimiento de aquel que, siendo preso y cautivo cargó con la cruz de los pecados ajenos una madrugada, para morir crucificado en la misma y esperar la Resurrección en un altar donde recibe besos en sus pies de los devotos que quisieran que llegase ya ese momento, para verlo triunfar sobre la muerte.
Eres la del luto eterno, la que cayó al suelo al no poder soportar más el peso de sus Dolores, que se le clavan en su Inmaculado Corazón como puñales, mientras Lágrimas de Amargura caen por sus mejillas como Rocío al ver los sufrimientos de este Valle del que eres Guía, Socorro y Auxilio, ya que siguiendo las cuentas del Santo Rosario, podremos volar como palomas a tu encuentro en el Carmelo Celestial.
Este año has tenido la dicha de reencontrarte con aquel que compartió contigo tantas estaciones de penitencia, al realizarse los cultos cuaresmales en la Iglesia. Has vuelto a recibir a tu Hijo Sacramentado, que hizo por un momento que se te olvidara la Soledad de tu alma.
Reina sin corona, tu cetro es un pañuelo, que seca las perlas que surcan tus mejillas nacaradas. Soledad de La Palma, que haces que nuestra alma esté siempre acompañada.
A mi amigo Manuel Valdayo Jerez y a todos los devotos que aún hoy mantienen la llama encendida de una devoción íntima y silenciosa.
Noviembre, mes de reflexión, puente entre un bullicioso octubre, marcado por la Coronación Canónica de nuestra Excelsa Patrona, y diciembre, marcado a su vez por el traslado a su Ermita del Valle y la celebración del Nacimiento de su Hijo Redentor.
Mes de sufragios por las almas de los que ya no están, rosarios en el camposanto que recibe el nombre de una advocación palmerina, cuya historia se pierde en la nebulosa de los tiempos, guardiana del viejo cementerio de La Vega. Esa humilde capilla, fue el germen de la Cofradía del Domingo de Ramos, primigenia sede para luego pasar a la Parroquia.
Desde tu humilde hornacina de la Ermita de San Sebastián, miras al cielo, buscando respuestas del sufrimiento de aquel que, siendo preso y cautivo cargó con la cruz de los pecados ajenos una madrugada, para morir crucificado en la misma y esperar la Resurrección en un altar donde recibe besos en sus pies de los devotos que quisieran que llegase ya ese momento, para verlo triunfar sobre la muerte.
Eres la del luto eterno, la que cayó al suelo al no poder soportar más el peso de sus Dolores, que se le clavan en su Inmaculado Corazón como puñales, mientras Lágrimas de Amargura caen por sus mejillas como Rocío al ver los sufrimientos de este Valle del que eres Guía, Socorro y Auxilio, ya que siguiendo las cuentas del Santo Rosario, podremos volar como palomas a tu encuentro en el Carmelo Celestial.
Este año has tenido la dicha de reencontrarte con aquel que compartió contigo tantas estaciones de penitencia, al realizarse los cultos cuaresmales en la Iglesia. Has vuelto a recibir a tu Hijo Sacramentado, que hizo por un momento que se te olvidara la Soledad de tu alma.
Reina sin corona, tu cetro es un pañuelo, que seca las perlas que surcan tus mejillas nacaradas. Soledad de La Palma, que haces que nuestra alma esté siempre acompañada.
A mi amigo Manuel Valdayo Jerez y a todos los devotos que aún hoy mantienen la llama encendida de una devoción íntima y silenciosa.
Gonzalo Rodríguez López
Gerente de Floristería Atrio
Foto: J.D. González