Fue en el atardecer de ayer, 22 de septiembre, la calma y la cotidianeidad de La Palma se vieron alterados por una imprevista salva de cohetes, que en torno a las 21:00 horas, estallaba en el cielo oscuro de esta tierra de vendimia.
Por fin, la devoción y el amor de todo un pueblo quedaba consolidado en una áurea pieza, cuyo origen parte de las donaciones anónimas de centenares de hijos, que fueron dejando sus anillos, pulseras, alianzas, cadenas, medallas,... para fundir con ellas estos cuatro mil gramos de promesas y alabanzas.
Cuatro kilos de oro, es el peso total aproximado de las coronas con las que se sembrará las sienes de Nuestra Señora del Valle y su Bendito Hijo, el próximo 23 de octubre, dentro justamente de 30 días. Ayer, la Junta de Gobierno de la Hermandad Patronal, se desplazaba a Sevilla al Taller de los Orfebres Delgado López para retirar las preseas y trasladarlas hasta La Palma, donde hoy serán presentadas.
Momentos emotivos, lágrimas y sentimientos a flor de piel, ilusión y alegría entre aquellas personas que han sido testigos de todo el proceso, por el que aquellas joyas palmerinas fueron transformándose en corona, mediante las más tradicionales y artesanales técnicas y procedimientos empleados por estos hermanos orfebres.
Protegida en su caja y dentro de un furgón, fue recorriendo cada kilómetro que separa Sevilla de La Palma, llegando a las cercanías de la localidad a la hora a la que los cohetes hicieron su anuncio de gloria.
Faltan unas horas para que los palmerinos vean el fruto de su entrega, su mejor joya, aquella que encierra en cada uno de sus gramos todo el amor que La Palma guarda a la que es su Madre y Patrona, la Virgen María del Valle.
Foto: Archivo Hermandad del Valle