Virgen... que el sol más Pura
...Tú que surcas el aire y eres aire
y eres gloriosamente transparencia
y límpida materia en forma humana
vuelve hacia mí tu aérea majestad
y reparte
la brisa de tus dedos, cuerda a cuerda,
en el son prometido de mi alma
y en la música amarga de mi pena.
Tú que estás a mi lado por las noches
velando oscuramente mi pureza,
y meciendo mi trigo jubiloso
y lavando mi risa en agua fresca,
vuélvete hacia mí, Señora,
tu hermosura y que la vea
mi corazón silente
a través del amor con vista trémula.
Enlaza los sarmientos de mis brazos
en tu misericordia, y mi tiniebla
cubre con tu mirada
y ténme en tu regazo la cabeza.
Tú que mueves el gozo de los pájaros
en círculos de luz que me rodean
en espacio y alegría;
Tú que el agua del mar y las estrellas,
Tú, Virgen, que las hojas
y el ruido de la nieve cuando
y todo lo que flota y lo que vuela...
Yo sé que te he mirado
y que aún en mis pupilas tu presencia
humanamente desvalida vive,
Y que mi fe en tus ojos se recuerda.
...Tú que surcas el aire y eres aire
y eres gloriosamente transparencia
y límpida materia en forma humana
vuelve hacia mí tu aérea majestad
y reparte
la brisa de tus dedos, cuerda a cuerda,
en el son prometido de mi alma
y en la música amarga de mi pena.
Tú que estás a mi lado por las noches
velando oscuramente mi pureza,
y meciendo mi trigo jubiloso
y lavando mi risa en agua fresca,
vuélvete hacia mí, Señora,
tu hermosura y que la vea
mi corazón silente
a través del amor con vista trémula.
Enlaza los sarmientos de mis brazos
en tu misericordia, y mi tiniebla
cubre con tu mirada
y ténme en tu regazo la cabeza.
Tú que mueves el gozo de los pájaros
en círculos de luz que me rodean
en espacio y alegría;
Tú que el agua del mar y las estrellas,
Tú, Virgen, que las hojas
y el ruido de la nieve cuando
y todo lo que flota y lo que vuela...
Yo sé que te he mirado
y que aún en mis pupilas tu presencia
humanamente desvalida vive,
Y que mi fe en tus ojos se recuerda.
Leopoldo Panero.
Foto: Manuel V.