"...En que la Señora viene a consolar al doliente, triste y abatido..."
La Palma despertaba el domingo 29 de agosto dispuesta a llevar a su Excelsa Patrona, Ntra. Sra. del Valle, de regreso a su fortaleza mudéjar.
Al Alba la Hermandad de Ntra. Sra. del Valle celebraba la tradicional Eucaristía en la que la Parroquia volvía a despedir a la Madre de La Palma. Repiques de campanas con sabor a añoranzas anunciaban la salida de la Stma. Virgen, que cruzaba el dintel de la Parroquial de San Juan Bautista para regresar a su Iglesia del Valle, no sin antes derramar su bendición por las calles de un barrio de nuestra ciudad. La Barriada Virgen del Valle era la que en este año recibiría a la Patrona, que era acompañada por los cantos del Coro de Campanilleros y las notas de las marchas procesionales interpretadas por la Banda de Música "Virgen de las Mercedes" de Bollullos del Condado.
La Palma se echaba a las calles para mirar a la Salud de los Enfermos, que iniciaba su caminar visitando el Convento de las Hermanas Carmelitas donde era recibida por la oración y el recogimiento.
Los primeros brillos del astro rey iluminaban el rostro de la Virgen del Valle, que avanzaba por calles engalanadas como Cristobal Colón que era adornada con colgaduras y motivos vegetales y florales en las ventanas y farolas.
La Virgen se presentaba bellísima en este Traslado, ataviada tal y como procesionó en el recordado año del 55, luciendo manto verde de brocados dorados a imagen del famoso de los Milagros, la saya más antigua que posee en su ajuar, toca de sobremanto y atributos de plata. Estrenaba la Virgen un antíquisimo cíngulo en tonos rosas con bordados en plata. El Niño vestía traje blanco de brocados dorados, portando sobre sus sienes potencias bañadas en oro.
Las calles aledañas a la Plaza de las Uvas se vestían de fiesta: banderas, mensajes de bienvenida pintados en el suelo, colgaduras y mucha ilusión y gozo, que se reflejaba en las caras de los vecinos que esperaban impacientes en las puertas de sus hogares con ramos de flores para honrar a su Soberana Madre del Valle.
Entre lágrimas y vivas salidos del corazón, los vecinos de la Barriada despedían a la Virgen que iba otorgando clemencia a todo aquel que le rogaba su intercesión.
Con paso rápido fue andándose el recorrido previsto, debido al insufrible calor producido por las altas temperaturas que azotaban a nuestra ciudad, llegando la Virgen sobre las 11:00 horas a la calle Marimarcos por donde retornaría al corazón de La Palma. Emotivo el pasar de la Virgen por esta recoleta calle, en la que volvieron a sonar las coplas de los Campanilleros esta vez cantadas al unísono por el Coro y los centenares de palmerinos que con fe seguían a su Patrona.
Rondando la hora del Ángelus la campanita del Valle anunciaba que la Virgen se encontraba en las inmedaciones de su casa. Cohetes, vivas y el popular canto del Ave María, que se entona en la parte final de la marcha Encarnación Coronada, llevaban a la Excelsa Patrona de La Palma a cruzar de nuevo el ojival arco.
Olía a regreso en el Valle, la Virgen quedaba entronizada frente al triunfal arco de entrada a la Capilla Mayor del Templo, volviendo a ser situada a la altura de los palmerinos.
Frente a frente a sus ojos La Palma fue besando sus manos y depositando en ellas todo su amor, tal y como nuestros mayores nos enseñaron que se debía querer a María. Oraciones escalofriantes que aún resuenan en la añeja ermita, al igual que resuena aquel sonar de campanillas, panderetas y bandurrías. La Virgen estuvo expuesta en besamanos a su pueblo, que dejó marcada en sus remozadas manos parte de su sentir más profundo, tal y como se refleja en los versos de aquella copla campanillera: "...Y este pueblo de gracia y blancura, al besar su mano se siente féliz".
La Palma despertaba el domingo 29 de agosto dispuesta a llevar a su Excelsa Patrona, Ntra. Sra. del Valle, de regreso a su fortaleza mudéjar.
Al Alba la Hermandad de Ntra. Sra. del Valle celebraba la tradicional Eucaristía en la que la Parroquia volvía a despedir a la Madre de La Palma. Repiques de campanas con sabor a añoranzas anunciaban la salida de la Stma. Virgen, que cruzaba el dintel de la Parroquial de San Juan Bautista para regresar a su Iglesia del Valle, no sin antes derramar su bendición por las calles de un barrio de nuestra ciudad. La Barriada Virgen del Valle era la que en este año recibiría a la Patrona, que era acompañada por los cantos del Coro de Campanilleros y las notas de las marchas procesionales interpretadas por la Banda de Música "Virgen de las Mercedes" de Bollullos del Condado.
La Palma se echaba a las calles para mirar a la Salud de los Enfermos, que iniciaba su caminar visitando el Convento de las Hermanas Carmelitas donde era recibida por la oración y el recogimiento.
Los primeros brillos del astro rey iluminaban el rostro de la Virgen del Valle, que avanzaba por calles engalanadas como Cristobal Colón que era adornada con colgaduras y motivos vegetales y florales en las ventanas y farolas.
La Virgen se presentaba bellísima en este Traslado, ataviada tal y como procesionó en el recordado año del 55, luciendo manto verde de brocados dorados a imagen del famoso de los Milagros, la saya más antigua que posee en su ajuar, toca de sobremanto y atributos de plata. Estrenaba la Virgen un antíquisimo cíngulo en tonos rosas con bordados en plata. El Niño vestía traje blanco de brocados dorados, portando sobre sus sienes potencias bañadas en oro.
Las calles aledañas a la Plaza de las Uvas se vestían de fiesta: banderas, mensajes de bienvenida pintados en el suelo, colgaduras y mucha ilusión y gozo, que se reflejaba en las caras de los vecinos que esperaban impacientes en las puertas de sus hogares con ramos de flores para honrar a su Soberana Madre del Valle.
Entre lágrimas y vivas salidos del corazón, los vecinos de la Barriada despedían a la Virgen que iba otorgando clemencia a todo aquel que le rogaba su intercesión.
Con paso rápido fue andándose el recorrido previsto, debido al insufrible calor producido por las altas temperaturas que azotaban a nuestra ciudad, llegando la Virgen sobre las 11:00 horas a la calle Marimarcos por donde retornaría al corazón de La Palma. Emotivo el pasar de la Virgen por esta recoleta calle, en la que volvieron a sonar las coplas de los Campanilleros esta vez cantadas al unísono por el Coro y los centenares de palmerinos que con fe seguían a su Patrona.
Rondando la hora del Ángelus la campanita del Valle anunciaba que la Virgen se encontraba en las inmedaciones de su casa. Cohetes, vivas y el popular canto del Ave María, que se entona en la parte final de la marcha Encarnación Coronada, llevaban a la Excelsa Patrona de La Palma a cruzar de nuevo el ojival arco.
Olía a regreso en el Valle, la Virgen quedaba entronizada frente al triunfal arco de entrada a la Capilla Mayor del Templo, volviendo a ser situada a la altura de los palmerinos.
Frente a frente a sus ojos La Palma fue besando sus manos y depositando en ellas todo su amor, tal y como nuestros mayores nos enseñaron que se debía querer a María. Oraciones escalofriantes que aún resuenan en la añeja ermita, al igual que resuena aquel sonar de campanillas, panderetas y bandurrías. La Virgen estuvo expuesta en besamanos a su pueblo, que dejó marcada en sus remozadas manos parte de su sentir más profundo, tal y como se refleja en los versos de aquella copla campanillera: "...Y este pueblo de gracia y blancura, al besar su mano se siente féliz".